miércoles, 17 de diciembre de 2008

Carta del Dr. Alfonso Falero a los miembros de la AFA

D. Ezequiel Zayas

Presidente de AFA

Alfonso J. Falero

Universidad de Salamanca

Salamanca, 16 de diciembre de 2008

Muy apreciado Ezequiel,

Te dirijo estas líneas de agradecimiento como Presidente de AFA, con el ruego de que hagas llegar a todos los miembros de la Asociación mi reconocimiento por vuestra generosidad al haberme considerado digno receptor del galardón que me habéis concedido. Este galardón se suma a vuestra gentil invitación a vincularme a vuestra Asociación como asesor permanente, que formalizasteis hace justo un año, y que acepté con toda humildad, a la vez asumiendo el difícil reto de prestar a la misma un servicio digno de vuestra entidad. El galardón recibido en esta ocasión, a tan sólo un año del compromiso de serviros como asesor, me deja sin palabras para expresar la emoción que me supone vuestra exquisita consideración de mi persona.

El que esta Asociación fije su mirada en el humilde trabajo de los niponólogos de este país me parece digno de encomio por su gran sensibilidad hacia unas figuras que están fuera del circuito mediático de los galardones públicos en este país. Sin tener en cuenta la rentabilidad política o mediática de sus esfuerzos, AFA me demuestra ser una Asociación de estilo tradicional, ya poco común en nuestro mundo moderno, formada por simples amantes del aikido y la cultura japonesa, que es la matriz de esta disciplina y esta filosofía de la vida. En el vacío de muestras de reconocimiento público, más allá del estricto ámbito de los foros especializados y académicos, de la relevancia de nuestros maestros como embajadores culturales, AFA se muestra con una personalidad única y admirable, a cuyos miembros animo a seguir en la senda correcta de su amor por el aikido y su filosofía.

Es así que AFA ha tenido a bien que este galardón se me otorgue en conjunción con el homenaje realizado en estas jornadas a las inolvidables personalidades de los niponólogos recientemente fallecidos, Antonio Cabezas y Jesús González Valles. Mi agradecimiento se suma al de estos maestros, en cuyo nombre han recogido el galardón Cristina Lagura de Cabezas y Marian Martínez. Yo no puedo hablar como familiar, pero sí como discípulo y colega en la niponología, y por ello me atrevo en estas líneas a hacerme eco del seguro agradecimiento a la AFA que debe anidar en el corazón de mis maestros, desde la otra orilla. Lo cual me resulta enormemente conmovedor, y me permite manifestar públicamente mi profunda admiración hacia ambos maestros del saber, a cuyo lado no soy digno de mostrarme, y a quienes considero mis guías y protectores personales en la labor que he de continuar, recogiendo humildemente el testigo. Es por ello que agradezco profundamente el estímulo que recibo de todos los miembros de AFA para proseguir el trabajo iniciado y luchar por que la obra legada por estas dos eminencias del saber no caiga jamás en el olvido, a la vez que asumo el reto de contribuir a que la niponología española no sólo mantenga el nivel establecido por nuestros maestros, sino que avance en el saber con las nuevas generaciones.

En tercer lugar, me gustaría deciros qué significa para mí en particular el maravilloso obsequio que me habéis hecho de una wakizashi personalizada con mi nombre. En tu intervención, Ezequiel, nos recordaste que la espada es el alma del samurai, y en efecto así es. Y además sabemos que el alma se encuentra alojada en el hara. No sé si será una coincidencia que la espada se porte junto al abdomen, donde se nos dice que es el lugar del hara, pero sí os puedo decir que la primera espada que aparece en la mitología japonesa se extrajo de dentro del abdomen de un ser mágico, el dragón que fue vencido por Susanoo. Es decir nació del hara del dragón. Lo que Susanoo obtuvo del abdomen de este ser mágico fue su alma materializada, y custodiada desde entonces por el emperador como una de las tres insignias de su realeza. El abdomen es el lugar que da la vida, pues en él se encuentra la matriz de donde todos provenimos. Y también la muerte honorable del seppuku. Esta ceremonia consiste en extraer el alma mediante la espada, y entregarla como signo de pureza, inocencia y transparencia (makoto). Pero en nuestro mundo moderno, la espada tiene más significados, pues es muy rica en simbolismo. De todos ellos hay uno que se aplica a mi profesión, el saber, que tomo como mi “camino” en la vida. Me refiero al don de la “discriminación”, un carisma raro en el mundo del saber, pero que cuando lo detectamos en alguien, nos obsequia con el regalo de la “sabiduría”. La espada simboliza para mí el arte de cortar, es decir discernir la verdad del fraude intelectual, la pureza mental de la confusión de las ideas, el perfecto vacío de la mente o la “mente del kami” como prefería decir Ueshiba Morihei, de la sobrecarga de información tan propia de nuestra sociedad.

Es por ello que asumo el reto y pido a mis espíritus protectores que me asistan en el difícil arte de saber dónde dar el corte que libera la pureza intelectual de la maraña de la codicia mental, y me enseñen a amar el brote de bambú dondequiera que aparezca y a cuidarlo. Que me enseñen a liberar la vida, no a cercenarla, en mi “camino” como profesional de las ideas. Guardaré esta espada, vuestro obsequio, con esmero y amor, como símbolo permanente de una vocación que me enorgullece compartir con todos vosotros.

Con todo mi afecto,

Alfonso J. Falero

Samurai del saber

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