lunes, 3 de diciembre de 2012




Discurso del Rector de la Universitat Politécnica de Valencia 
Excmo. Sr. D. Juan Juliá

Hace 20 años, en este mismo Paraninfo, la Universitat Politècnica de València  incorporó a su ilustre nómina de Doctores Honoris Causa al Doshu Kisshomaru Ueshiba, hijo de Morihei Ueshiba, fundador del Aikido.
Hoy, 6 de noviembre de 2012, esta Universidad se honra al entregar formalmente uno de sus más preciados galardones al Doshu Moriteru Ueshiba. De este modo renovamos el compromiso gozosamente contraído con su padre, dando continuidad a una profunda alianza fundamentada en unos principios de carácter universal perfectamente aplicables a todos y cada uno de los miembros de esta institución educativa. No es este el momento de desgranar las muchas y profundas enseñanzas del Aikido, pero señalemos uno de los principios fijados por el fundador en los que fueron coronados como “Las advertencias en la práctica del Aikido”, precisamente en el sexto y último se recoge que el propósito del Aikido es crear gente sincera y cabal, en definitiva desarrollar el verdadero ser humano.
Como bien saben la mayoría de los aquí presentes, uno de los lemas más repetidos y sinceramente asociados a esta querida Universitat Politècnica de València es “formamos personas, formamos profesionales”.
Vivimos en una sociedad de la especialización, cada vez se empieza antes la elección fragmentaria de los estudios y cada vez existen títulos de grado y posgrado más específicos. Pero el ser humano de hoy, como el de siempre, es un ser extraordinariamente complejo que no podemos desmontar y recomponer como las piezas de un puzzle.
Desde nuestras modestas posibilidades, consideramos que fue un gran acierto la inclusión de los estudios de Bellas Artes en 1978, así como los de Administración y Dirección de Empresas posteriormente. Estudios incluidos en el Área de Humanidades que han supuesto un magnífico complemento de las titulaciones exigentemente técnicas y tecnológicas que constituyen la estructura fundacional y la mayor parte de nuestro campus universitario.
También con esa visión complementativa, la UPV se ha caracterizado por la potenciación de las actividades deportivas, “Men sana in corpore sano” era una máxima instaurada desde tiempo de los romanos y muchos han sido las inversiones materiales realizadas en estas últimas décadas en nuestra Universidad.
Como bien se ha expuesto con anterioridad, ese entrenamiento constante de la mente y el cuerpo como disciplina básica tienen una finalidad espiritual. El Aikido incorpora un elemento sustancial para el ser humano y lo hace con una enorme naturalidad, conectando profundamente con la filosofía y alejándose de cualquier dogmatismo religioso.
Muy universitaria y politécnica es también la íntima articulación entre la teoría y la práctica, entre el conocimiento y la técnica. Los principios generales constantes de la tradición del Aikido sólo pueden asumirse en su plenitud mediante la práctica individualizada. Algo perfectamente asimilable al proceso enseñanza/aprendizaje y que, en nuestro caso, encierra un componente doblemente práctico, de laboratorio y en empresas, que nos caracteriza y hace que nuestra institución sea especialmente valorada por estudiantes y profesionales.
Están por cumplirse los ocho años en los que he disfrutado del enorme privilegio de dirigir esta Universidad tras mi reelección como Rector. En ambas ocasiones nuestro lema de campaña giraba en torno a la idea de unidad. Primero fue “Juntos avanzamos todos” y después “Unidos para avanzar”. En mi apasionante tarea de gestión política universitaria siempre tuve claro una máxima que ha regido mis pasos, “la unión hace la fuerza”. Dando un salto de lo colectivo a lo individual, de la acción social a la actuación personal, el concepto de unidad es igualmente medular en el Aikido: unión absoluta de mente, cuerpo y espíritu. Unión absoluta del individuo en la naturaleza. Nosotros somos Universidad, el Aikido busca lo universal.
Sin duda, el Aikido es mucho más que un deporte y esta Universidad Politècnica de València aspira y espera ser mucho más que un centro de enseñanza e investigación (que no es poco).
Concluyo, como no puede ser de otro modo, manifestando nuestra satisfacción por estrechar este lazo de amistad revestido de honor con alguien que sin duda lo merece. Reciba de corazón mi sincera enhorabuena y mi profunda gratitud expresada en esa maravillosa palabra que tanto dignifica a quien la dice como a quien la recibe: GRACIAS, gracias Moriteru Ueshiba por “hermanarse” con esta Universidad.
Muchas gracias.

Juan Juliá
Rector Universitat Politècnica de València
6 de noviembre de 2012