Discurso del Rector de la Universitat Politécnica de Valencia
Excmo. Sr. D. Juan Juliá
Hace 20 años, en este
mismo Paraninfo, la Universitat Politècnica de València incorporó a su ilustre nómina de Doctores
Honoris Causa al Doshu Kisshomaru Ueshiba, hijo de Morihei Ueshiba, fundador
del Aikido.
Hoy, 6 de noviembre de
2012, esta Universidad se honra al entregar formalmente uno de sus más
preciados galardones al Doshu Moriteru Ueshiba. De este modo renovamos el
compromiso gozosamente contraído con su padre, dando continuidad a una profunda
alianza fundamentada en unos principios de carácter universal perfectamente
aplicables a todos y cada uno de los miembros de esta institución educativa. No
es este el momento de desgranar las muchas y profundas enseñanzas del Aikido,
pero señalemos uno de los principios fijados por el fundador en los que fueron
coronados como “Las advertencias en la práctica del Aikido”, precisamente en el
sexto y último se recoge que el propósito del Aikido es crear gente sincera y
cabal, en definitiva desarrollar el verdadero ser humano.
Como bien saben la
mayoría de los aquí presentes, uno de los lemas más repetidos y sinceramente
asociados a esta querida Universitat Politècnica de València es “formamos
personas, formamos profesionales”.
Vivimos en una sociedad
de la especialización, cada vez se empieza antes la elección fragmentaria de
los estudios y cada vez existen títulos de grado y posgrado más específicos. Pero
el ser humano de hoy, como el de siempre, es un ser extraordinariamente
complejo que no podemos desmontar y recomponer como las piezas de un puzzle.
Desde nuestras modestas
posibilidades, consideramos que fue un gran acierto la inclusión de los
estudios de Bellas Artes en 1978, así como los de Administración y Dirección de
Empresas posteriormente. Estudios incluidos en el Área de Humanidades que han
supuesto un magnífico complemento de las titulaciones exigentemente técnicas y
tecnológicas que constituyen la estructura fundacional y la mayor parte de
nuestro campus universitario.
También con esa visión
complementativa, la UPV se ha caracterizado por la potenciación de las
actividades deportivas, “Men sana in corpore sano” era una máxima instaurada
desde tiempo de los romanos y muchos han sido las inversiones materiales
realizadas en estas últimas décadas en nuestra Universidad.
Como bien se ha
expuesto con anterioridad, ese entrenamiento constante de la mente y el cuerpo
como disciplina básica tienen una finalidad espiritual. El Aikido incorpora un
elemento sustancial para el ser humano y lo hace con una enorme naturalidad,
conectando profundamente con la filosofía y alejándose de cualquier dogmatismo
religioso.
Muy universitaria y politécnica
es también la íntima articulación entre la teoría y la práctica, entre el
conocimiento y la técnica. Los principios generales constantes de la tradición
del Aikido sólo pueden asumirse en su plenitud mediante la práctica
individualizada. Algo perfectamente asimilable al proceso enseñanza/aprendizaje
y que, en nuestro caso, encierra un componente doblemente práctico, de
laboratorio y en empresas, que nos caracteriza y hace que nuestra institución
sea especialmente valorada por estudiantes y profesionales.
Están por cumplirse los
ocho años en los que he disfrutado del enorme privilegio de dirigir esta
Universidad tras mi reelección como Rector. En ambas ocasiones nuestro lema de
campaña giraba en torno a la idea de unidad. Primero fue “Juntos avanzamos
todos” y después “Unidos para avanzar”. En mi apasionante tarea de gestión
política universitaria siempre tuve claro una máxima que ha regido mis pasos,
“la unión hace la fuerza”. Dando un salto de lo colectivo a lo individual, de
la acción social a la actuación personal, el concepto de unidad es igualmente
medular en el Aikido: unión absoluta de mente, cuerpo y espíritu. Unión
absoluta del individuo en la naturaleza. Nosotros somos Universidad, el Aikido
busca lo universal.
Sin duda, el Aikido es
mucho más que un deporte y esta Universidad Politècnica de València aspira y
espera ser mucho más que un centro de enseñanza e investigación (que no es
poco).
Concluyo, como no puede
ser de otro modo, manifestando nuestra satisfacción por estrechar este lazo de
amistad revestido de honor con alguien que sin duda lo merece. Reciba de
corazón mi sincera enhorabuena y mi profunda gratitud expresada en esa
maravillosa palabra que tanto dignifica a quien la dice como a quien la recibe:
GRACIAS, gracias Moriteru Ueshiba por “hermanarse” con esta Universidad.
Muchas gracias.
Juan
Juliá
Rector
Universitat Politècnica de València
6
de noviembre de 2012
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