MEDALLA DE
LA UNIVERSITAT POLITÈCNICA DE VALENCIA AL HBLE. SR. MORITERU UESHIBA III DOSHU
AIKIDO
Dr.
Juan Bautista Peiró
Director
de Comunicación Institucional UPV
6
de noviembre de 2012
El ser
humano es complejo hasta la complicación y la contradicción. Cuando no
comprendemos algo, en vez de esforzarnos en hacerlo, solemos optar bien por la
negación del problema, bien por negarnos a nosotros mismos (no sé, no puedo).
Resulta
extraordinariamente difícil – máxime para un lego en la materia como yo-
explicar a los demás qué es el Aikido, pero afortunadamente no es ese el objetivo de
mis palabras. Recuerdo perfectamente mi extrañeza cuando hace veinte años se
invistió como Doctor Honoris Causa a Kisshomaru Ueshiba, entonces Doshu de
Aikido.
Debo confesar no comprender qué sentido tenía que esta universidad
distinguiese al que yo imaginaba como experto en un arte marcial. Dicen que la
ignorancia es muy atrevida y es terriblemente humano descalificar lo que ni
siquiera conocemos. Pero el tiempo lo pone todo en su sitio y las cosas se
compensan y hasta se equilibran siguiendo leyes y caminos que muchas veces se
nos escapan.
Hace casi
un par de años vino a verme una persona casi desconocida entonces y hoy buen
amigo. Ezequiel Zayas me planteó la pertinencia de celebrar de algún modo
significativo el vigésimo aniversario de la concesión de aquella
distinción académica.
Curtido por la experiencia, esta vez inquirí sobre la
importancia del aikido y estuve documentándome. ¡cuál no fue mi sorpresa al
comprobar su profundo interés para cualquier persona! Avergonzado de mi otrora
ignorante atrevimiento decidí colaborar activamente para reafirmar la
vinculación de esta universidad con el aikido en la persona que hoy en día
ostenta su máxima representación. El aikido es toda una filosofía de vida, sus
enseñanzas –y su práctica- son extraordinariamente pertinentes para todos, también para los miembros de esta
universidad.
Parafraseando
el título de un más que interesante texto de Séneca (filósofo
romano nacido en Córdoba en el año 4 A C): “De la brevedad de la vida”
propongo como punto de partida para aproximarnos al Aikido el no menos
sugerente “De la complejidad de la vida”.
El filósofo
universal desmiente que la vida sea breve y sostiene que es mucho más dilatada
y plena cuando se vive juiciosamente.
De un modo
análogo, el Aikido desmiente que la vida sea extraordinariamente compleja. Su
planteamiento es tan sencillo en su formulación como difícil de llevar a la práctica
hasta sus últimas consecuencias. Aikido es la vía (do) de la armonía (ai)
con el principio creativo fundamental (ki). Esa unión del Ki individual
e universal se realiza mediante
entrenamiento constante de la mente y el cuerpo.
Dicho en
otras palabras, el objetivo de este arte (más allá de lo marcial) es la
formación del ser humano ideal, unificando el cuerpo y el espíritu para
conseguir una vida dinámica y en equilibrio.
¿Y qué
tiene que ver esto con la universidad? Seguramente se estará preguntando alguno
de los presentes en esta sala. Aunque sea de un modo incompleto, trataré de
aducir algunas razones espero que convincentes.
La
universidad es una institución educativa y por mucho que sea el último eslabón de esa cadena de saberes destinados a
la formación de los estudiantes, no estaría de más tener presente la definición
que Platón –uno de los padres de la filosofía griega- da al concepto de
educación “El
camino de la virtud que nos lleva hacia el bien”
Mucho ha
llovido desde entonces, quizás tanto que
la lluvia ha borrado el significado de estas palabras cargadas de sentido. Hoy el estudio universitario es un medio para
obtener un título que habilite para realizar unas determinadas competencias profesionales.
También parece haberse obviado el significado de la palabra cultura: Cultivo y afinamiento del ser humano, en
tanto que individuo y parte de una sociedad.
Desarrollarnos
en las distintas facetas de nuestra poliédrica personalidad requiere la
conjunción de algo más que unos planes de estudio. La educación y la cultura
son llaves maestras para la formación integral del ser humano.
La
importancia capital de la unidad es otro de los aspectos comunes –con todas sus
diferencias- confluyentes entre Aikido y universidad.
Mientras el
primero busca la integración del individuo en la totalidad, entre la parte y el
todo, la segunda anhela que el saber sea igualmente universal. Esta búsqueda de
la unidad se realiza en el Aikido respetando la diversidad individual de cada
practicante.
Hay principios fundacionales pero no reglas fijas. De un modo
similar, una de las aspiraciones universitarias es la de la unidad desde la
diversidad individual – unidiversidad = universidad- lo universal no puede ser unitario sino desde la diversidad. El respeto
a la diferencia, al otro, la búsqueda de lo común desde la disparidad, el diálogo
entre contrarios incluso, son rasgos claramente universitarios.
“La
experiencia es la madre de la ciencia” en esta universidad no se concibe el
estudio sin la práctica. De hecho, el coeficiente de experimentalidad de la
mayoría de sus titulaciones es el más alto posible. En el Aikido, sus
principios y planteamientos de nada sirven si no se practican, y es
precisamente en esa praxis individual donde se particulariza y se sustantiva
todo su potencial. Kisshomaru Ueshiba, padre del Doshu Moriteru Ueshiba deja
muy claro en su magnífico ensayo “El espíritu del Aikido” que la práctica es
indispensable e inseparable de la reflexión espiritual, solo teorizar puede
llevarnos a la abstracción y al dogmatismo,
fijarse únicamente en la técnica es una simplificación reduccionista que
nos impedirá profundizar en el sentido último del Aikido.
La Escuela
Técnica Superior de Ingeniería del Diseño ha sido la promotora hoy como hace 20
años, de que el Aikido haya estado y siga presente en esta universidad. Además
de sendos reconocimientos honoríficos, la práctica del Aikido sigue teniendo su
espacio y su tiempo entre nosotros desde 1991.
Moriteru
Ueshiba nació el 2 de abril de 1951. Tras el fallecimiento de su padre, Kisshomaru
Ueshiba –Doctor Honoris Causa por esta universidad- y conforme a la tradición,
Moriteru Ueshiba pasó a ser el nuevo Doshu del Aikikai el 4 de enero de 1999.
La Fundación Aikikai es el organismo rector encargado del desarrollo de este
arte en todo el mundo y está reconocida por el gobierno japonés desde 1940.
La
continuidad de la tradición, la preservación de su escuela y principios
fundamentales han sido preocupaciones sustantivas del hijo y del nieto del
fundador. Aun agrupados en federaciones, el aikido se ha mantenido al margen de las competiciones y las
planificaciones de otras disciplinas marciales manifiestamente competitivas.
Ajenos a cualquier práctica centrada en la obtención del resultado de ganar o
perder, los practicantes del Aikido buscan la mejora de sí mismos, ese
esforzado camino de perfeccionamiento del individuo hasta (des) integrarse en
la totalidad.
“El
verdadero budo es la vía de la gran armonía y del gran amor de todos los seres”
en palabras del fundador Morihei Ueshiba.
El gran
artista del renacimiento italiano Leonardo Da Vinci afirmó “El gran amor nace
del gran conocimiento, conócelo o no lo amarás, o lo amarás pobremente”.
Humildemente,
estoy plenamente convencido que conocer el
aikido es amarlo.
Oriente y
Occidente, Aikido y Universidad, todo está relacionado con todo lo demás. En su
fragmentaria y limitada existencia el hombre aspira a la completud y a la
eternidad, en su breve existencia el hombre anhela la eternidad. Jorge Luis
Borges dejó escrito que “un solo hombre (inmortal) es todos los hombres”. Más
allá incluso de esta comunión humana, el aikido sostiene que “este yo no es
otro que el universo”
Hoy todos
los aquí presentes somos uno con Moriteru Ueshiba. Que el amor y la armonía
prevalezcan por siempre.
Muchas
gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario