miércoles, 30 de septiembre de 2009

Aikido-ETSID,Los alumnos opinan (Toni Monzonis Lara)

Todo yo estaba rojo de cólera, totalmente fuera de mí. Brotaban desde lo más profundo del subconsciente ideas como: “esto es injusto”, “no permitas que te hablen así”, “no toleres está afrenta”, “yo tengo razón”. Mi ego se atrincheraba y me dominaba en su totalidad. Ni siquiera era consciente de lo que pasaba cada vez que una situación complicada, un insulto, una afrenta, me superaba. Pasados largos minutos, otra cadena de pensamientos empezaba a brotar, esta ves en forma de reproche.

Esta circunstancia se ha repetido en mi vida desde que tengo uso de razón.

Hace 7 años, la primera vez que vi la escuela, me sorprendió ver que en el pasillo de reprografía había una pirámide de cristal con un hombrecillo dentro. Me acerqué, pues era algo que jamás había visto…

A cada lado de la base cuadrangular, en la peana, estaban inscritas unas frases.Recuerdo una que me impactó poderosamente:

“Deseo que las personas buena escuchen la voz del Aikido, no para corregir a los demás, sino para corregirse a si mismos”

En ese preciso instante mantuve un breve diálogo mental conmigo mismo… ¿Quién sería ese hombrecillo de bronce, con las manos abiertas apuntando al cielo? Tal vez Confucio, Lao-Tse quizás…? ,
¿Que era el Aikido…? Ah si, creo que Steven Seagal lo ponía en práctica en sus películas…

Y ahí aparqué el asunto.

Transcurridos 3 años, viviendo es Castellón se repitió la historia:

De repente, todo yo estaba rojo de cólera, totalmente fuera de mí. Brotaban desde lo más profundo del subconsciente ideas como: “esto es injusto”, “no permitas que te hablen así”, “no toleres está afrenta”, “yo tengo razón”. Mi ego se atrincheraba y me dominaba en su totalidad. De repente la conciencia me devolvió un pensamiento almacenado en el último rincón de mi mente: ““Deseo que las personas buenas escuchen la voz del Aikido, no para corregir a los demás, sino para corregirse a si mismos”

Me aferré a este pensamiento como el naufrago se aferra a un tablón en medio de la tempestad.

La práctica empezó al año siguiente, y no deja de ser curioso, como a veces piensas que tu camino se esconde de ti, y en cambio lo has tenido siempre bajo tus pies…


El ser humano como realidad individual no tiene futuro. He visto con mis propios ojos como el Aikido consigue que nos movamos como una marea. Compuesta por miles de millones de entidades individuales. Una pulsación universal a la que todos podemos acogernos.

Pero creo que es injusto acotar su definición con una valoración individual. Como dice O´sensei: “El Aikido carece de formas, es intangible”. Para cada practicante adquiere matices diferentes, únicos.

Veo el Aikido como algo que tiene mil interpretaciones no excluyentes, que se integran en un todo. Tolerante y armónico.


Los hombres crecen y se marchitan
como el trigo invernal.
Tarde o temprano el espíritu se libera
como el diente de león, mecido por el viento.

Antonio Monzonís Lara
4º Kyu

Especialidad Mecánica
Escuela Técnica Superior de Ingeniería del Diseño
Universidad Politécnica de Valencia

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