viernes, 16 de noviembre de 2012

Discurso de D. Joan Bautista Peiró



MEDALLA DE LA UNIVERSITAT POLITÈCNICA DE VALENCIA AL HBLE. SR. MORITERU UESHIBA III DOSHU AIKIDO
Dr. Juan Bautista Peiró
Director de Comunicación Institucional UPV
6 de noviembre de 2012


El ser humano es complejo hasta la complicación y la contradicción. Cuando no comprendemos algo, en vez de esforzarnos en hacerlo, solemos optar bien por la negación del problema, bien por negarnos a nosotros mismos (no sé, no puedo).

Resulta extraordinariamente difícil – máxime para un lego en la materia como yo- explicar a los demás qué es el Aikido,  pero afortunadamente no es ese el objetivo de mis palabras. Recuerdo perfectamente mi extrañeza cuando hace veinte años se invistió como Doctor Honoris Causa a Kisshomaru Ueshiba, entonces Doshu de Aikido. 

Debo confesar no comprender qué sentido tenía que esta universidad distinguiese al que yo imaginaba como  experto en un arte marcial. Dicen que la ignorancia es muy atrevida y es terriblemente humano descalificar lo que ni siquiera conocemos. Pero el tiempo lo pone todo en su sitio y las cosas se compensan y hasta se equilibran siguiendo leyes y caminos que muchas veces se nos escapan.

Hace casi un par de años vino a verme una persona casi desconocida entonces y hoy buen amigo. Ezequiel Zayas me planteó la pertinencia de celebrar de algún modo significativo el vigésimo  aniversario de la concesión de aquella distinción académica. 

Curtido por la experiencia, esta vez inquirí sobre la importancia del aikido y estuve documentándome. ¡cuál no fue mi sorpresa al comprobar su profundo interés para cualquier persona! Avergonzado de mi otrora ignorante atrevimiento decidí colaborar activamente para reafirmar la vinculación de esta universidad con el aikido en la persona que hoy en día ostenta su máxima representación. El aikido es toda una filosofía de vida, sus enseñanzas –y su práctica- son extraordinariamente pertinentes  para todos, también para los miembros de esta universidad.

Parafraseando el título de un más que interesante texto de Séneca  (filósofo romano nacido en Córdoba en el año 4 A C): “De la brevedad de la vida” propongo como punto de partida para aproximarnos al Aikido el no menos sugerente “De la complejidad de la vida”.

El filósofo universal desmiente que la vida sea breve y sostiene que es mucho más dilatada y plena cuando se vive juiciosamente.

De un modo análogo, el Aikido desmiente que la vida sea extraordinariamente compleja. Su planteamiento es tan sencillo en su formulación como difícil de llevar a la práctica hasta sus últimas consecuencias. Aikido es la vía (do) de la armonía (ai) con el principio creativo fundamental (ki). Esa unión del Ki individual e universal  se realiza mediante entrenamiento constante de la mente y el cuerpo.

Dicho en otras palabras, el objetivo de este arte (más allá de lo marcial) es la formación del ser humano ideal, unificando el cuerpo y el espíritu para conseguir una vida dinámica y en equilibrio.

¿Y qué tiene que ver esto con la universidad? Seguramente se estará preguntando alguno de los presentes en esta sala. Aunque sea de un modo incompleto, trataré de aducir algunas razones espero que convincentes.

La universidad es una institución educativa y por mucho que sea el último  eslabón de esa cadena de saberes destinados a la formación de los estudiantes, no estaría de más tener presente la definición que Platón –uno de los padres de la filosofía griega- da al concepto de educación “El camino de la virtud que nos lleva hacia el bien”

Mucho ha llovido desde entonces, quizás  tanto que la lluvia ha borrado el significado de estas palabras cargadas de sentido.  Hoy el estudio universitario es un medio para obtener un título que habilite para realizar unas determinadas competencias profesionales. También parece haberse obviado el significado de la palabra cultura:  Cultivo y afinamiento del ser humano, en tanto que individuo y parte de una sociedad.

Desarrollarnos en las distintas facetas de nuestra poliédrica personalidad requiere la conjunción de algo más que unos planes de estudio. La educación y la cultura son llaves maestras para la formación integral del ser humano.

La importancia capital de la unidad es otro de los aspectos comunes –con todas sus diferencias- confluyentes entre Aikido y universidad.

Mientras el primero busca la integración del individuo en la totalidad, entre la parte y el todo, la segunda anhela que el saber sea igualmente universal. Esta búsqueda de la unidad se realiza en el Aikido respetando la diversidad individual de cada practicante.

Hay principios fundacionales pero no reglas fijas. De un modo similar, una de las aspiraciones universitarias es la de la unidad desde la diversidad individual – unidiversidad = universidad-  lo universal no puede ser  unitario sino desde la diversidad. El respeto a la diferencia, al otro, la búsqueda de lo común desde la disparidad, el diálogo entre contrarios incluso, son rasgos claramente universitarios.

“La experiencia es la madre de la ciencia” en esta universidad no se concibe el estudio sin la práctica. De hecho, el coeficiente de experimentalidad de la mayoría de sus titulaciones es el más alto posible. En el Aikido, sus principios y planteamientos de nada sirven si no se practican, y es precisamente en esa praxis individual donde se particulariza y se sustantiva todo su potencial. Kisshomaru Ueshiba, padre del Doshu Moriteru Ueshiba deja muy claro en su magnífico ensayo “El espíritu del Aikido” que la práctica es indispensable e inseparable de la reflexión espiritual, solo teorizar puede llevarnos a la abstracción y al dogmatismo,  fijarse únicamente en la técnica es una simplificación reduccionista que nos impedirá profundizar en el sentido último del Aikido.

La Escuela Técnica Superior de Ingeniería del Diseño ha sido la promotora hoy como hace 20 años, de que el Aikido haya estado y siga presente en esta universidad. Además de sendos reconocimientos honoríficos, la práctica del Aikido sigue teniendo su espacio y su tiempo entre nosotros desde 1991.

Moriteru Ueshiba nació el 2 de abril de 1951. Tras el fallecimiento de su padre, Kisshomaru Ueshiba –Doctor Honoris Causa por esta universidad- y conforme a la tradición, Moriteru Ueshiba pasó a ser el nuevo Doshu del Aikikai el 4 de enero de 1999. La Fundación Aikikai es el organismo rector encargado del desarrollo de este arte en todo el mundo y está reconocida por el gobierno japonés desde 1940.

La continuidad de la tradición, la preservación de su escuela y principios fundamentales han sido preocupaciones sustantivas del hijo y del nieto del fundador. Aun agrupados en federaciones, el aikido se ha  mantenido al margen de las competiciones y las planificaciones de otras disciplinas marciales manifiestamente competitivas. Ajenos a cualquier práctica centrada en la obtención del resultado de ganar o perder, los practicantes del Aikido buscan la mejora de sí mismos, ese esforzado camino de perfeccionamiento del individuo hasta (des) integrarse en la totalidad.

“El verdadero budo es la vía de la gran armonía y del gran amor de todos los seres” en palabras del fundador Morihei Ueshiba.

El gran artista del renacimiento italiano Leonardo Da Vinci afirmó “El gran amor nace del gran conocimiento, conócelo o no lo amarás, o lo amarás pobremente”.

Humildemente, estoy plenamente convencido que conocer el  aikido es amarlo.

Oriente y Occidente, Aikido y Universidad, todo está relacionado con todo lo demás. En su fragmentaria y limitada existencia el hombre aspira a la completud y a la eternidad, en su breve existencia el hombre anhela la eternidad. Jorge Luis Borges dejó escrito que “un solo hombre (inmortal) es todos los hombres”. Más allá incluso de esta comunión humana, el aikido sostiene que “este yo no es otro que el universo”

Hoy todos los aquí presentes somos uno con Moriteru Ueshiba. Que el amor y la armonía prevalezcan por siempre.

Muchas gracias.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Doshu Moriteru Ueshiba en Valencia


 Doshu en su discurso sobre la filosofía del aikido


 El Rector de la universidad D. Juan Juliá, felicitando a Doshu Moriteru



 Doshu junto a D. Juan Juliá (rector), Joan Bautista Peiró (padrino del acto) y Ezequiel Zayas (promotor del evento)




El pasado día 6 de Noviembre, Doshu Moriteru recibió la Medalla de Oro de la Universitat  Politécnica de Valencia, por su extraordinaria labor en el fomento del arte de la paz en el mundo.
El acto coincidió con el 20 aniversario de la concesión a Doshu Kisshomaru por esta misma universidad del Doctor Honoris Causa.
Al acto asistieron las autoridades académicas y medios de comunicación de la ciudad, así como aikidokas provenientes de toda España, con un total de 320 personas.
La imposición de la medalla se realizó en un acto solemne por la mañana,  posteriormente en la tarde del mismo día Doshu realizó una Clase Magistral Técnica basada en los principios del aikido.





 Fotos cedidas por cortesía de Víctor Gutierrez.